16 de agosto de 2004

PINTANDO MIS SUEÑOS

Desperté bien temprano. Sabía que me esperaba un día duro. Tenía una cita con los pintores y esa cita significaría que no dejaría de meter mis manos en agua. Pero hoy está Jota, será diferente, eso espero. Quería comenzar la mañana bien. Abrí el grifo de la ducha y me sumergí, sin encender el termo. Caía fresca, pero era agradable para mi piel que lo agradecía.

Mientras me enjabonaba recordaba la noche anterior. Todavía olía a él, qué bien nos lo pasamos cuando hay complicidad, cuando los juegos hacen que las fantasías parezcan reales. Salí desnuda a la habitación y mientras me extendía un poco de crema hidratante sutilmente por mi cuerpo, lo contemplé desnudo mientras dormía y su respiración me dio paz. Salí sigilosamente, ya vestida con unos leves pantaloncillos cortos y una de mis camisetas preferidas, (de color verde-caqui camuflaje) la de combate, como él me dice. Lista para la guerra.

Puse el café y cuando ya estaban las tostadas listas, me llevé el desayuno a la mesa de terraza. Eran algo más de las 7 y media. Doloroso número , para unos ojos que descansaron brevemente unas pocas horas que se podían contar con una mano, pero vendrían pronto así que hasta entonces disfrutaríamos del desayuno tranquilamente. Daba gusto quedarse allí sentado, el fresco de la mañana era un bálsamo para mis ojos.

Fui a llamarlo de forma suave, con breves besos por su piel, pero él me miró como si no me reconociera, como si en su cerebro tuviera que poner las cosas en orden, una vez arrancado de su sueño.

- Un café con tostadas si me cuentas qué soñabas.
- ¿Yo? Ya no me acuerdo.
- Sí, seguro que todavía puedes cazarlo antes que escape como un ratón.
- Soñaba con ratones ¿Cómo lo sabes?
- ¡ Ja ja ja ¡ Anda que se nos enfrían las tostadas.

Luego el día con sus pinturas y sus colores, se llevó los sueños, se llevó el color.